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Se me olvidó la respuesta a la pregunta ¿qué quieres ser de mayor?

Se me había olvidado la respuesta a la pregunta «¿Qué quieres ser de mayor?.

Durante los últimos 20 años de mi vida, una parte de mí ha estado maravillosamente anestesiada.

No me arrepiento de ello, en mi época de estudiante conocí a Rubén, y como sucede en los cuentos, me enamoré, comencé una vida con él, encontré un trabajo que me encantaba y disfrutaba (pero que no tenía nada que ver con lo que quería ser de mayor), la vida me sonreía y, mientras tanto, la familia iba creciendo. Amor, trabajo, hijos, familia… ¿qué más podía pedir? Una maravillosa y feliz etapa de mi vida iba pasando, y sin darme cuenta, unas nuevas pasiones se encendían, y otras se iban apagando.
Rosa Montesa, último día como trabajadora de Alitalia

Cuando aquél trabajo que tanto disfruté se acabó, fue como un frenazo en seco. Me quedé como «fuera de juego», podría decirse que estaba perdida. Hay momentos en la vida en los que, de repente, todo se altera. Este fue uno de esos.  En situaciones como esta sería razonable entrar en una profunda depresión. El declive físico, unido a que los que más quieres ya no te necesitan del mismo modo, aderezado con el hecho de quedarse sin trabajo, puede convertirse una bomba de relojería. No puedo ni imaginarme el infierno por el que deben pasar algunas personas que al llegar a una situación similar, además, se quedan sin casa, sin familia, sin recursos… Soy afortunada, este frenazo no fue tan duro para mi.

En esas ocasiones es cuando uno se pregunta: ¿y ahora qué?.

En aquellos momentos me planteé varias alternativas:

  • Convertirme en mamá, amante esposa  y ama de casa a tiempo completo.  Esto no es una opción, es la realidad, pero una dedicación exclusiva  puede costar muy cara en términos económicos, de salud mental y en mi propia felicidad
  • Estudiar algo nuevo, buscar alternativas para volver a insertarme en el mundo laboral. Es decir, prepararme para «buscar un empleo». Pésima opción, el trabajo entendido como «puesto de trabajo» ya casi no existe. Y a mi edad, menos todavía. Lo más probable es que al acabar esos estudios me encontrase en el mismo punto de partida, con unos conocimientos teóricos,  sin experiencia y sin posibilidades de aplicar lo aprendido.
  • Estudiar y prepararme para «montarme» un negocio, utilizar el tiempo en hacer Planes de Negocio hipotéticos, sin saber si saldrán bien o mal. Muchos lo llaman emprender, en mi caso, y tomando las palabras de Javier Megias, se trataría de «autoempleo», Esta opción, por sí sola, tampoco era la mejor.
  • Ponerme en marcha con un autoempleo, no parar el ritmo y seguir en constante movimiento, estudiar, aprender «haciendo»,  generar contactos, aprender de los que sí están «en marcha», intentar llevar el paso de ellos, experimentar y equivocarme. De ese modo llegar a descubrir aquello en lo que podría ser especial y desarrollarlo.

Estaba claro, en aquél momento tomé la opción  de ponerme en marcha, aprender, fallar y descubrir. Mi «autoempleo» se llama CoworkingValencia.  Gracias a él, puedo decir que:

  • Sigo pedaleando, estoy en constante movimiento.
  • Aprendo haciendo cosas y trabajando
  • Mi red de contactos crece, muchas de las personas que pasan por CoworkingValencia son extremadamente enriquecedoras. Nunca me cruzaría con ellos si me quedase en casa lamentándome de la situación.
  • Experimento y me equivoco en un mundo real.
  • Me ha permitido conocer y explorar proyectos geniales en primera persona.
  • Sigo estudiando y aprendiendo. Hace algún tiempo no podría haber imaginado que las mejores escuelas y universidades del mundo estuvieran en la pantalla de mi ordenador.
  • La escalabilidad económica del negocio no la tengo clara, pero la escalabilidad personal está más que demostrada.

Ha sido necesario dedicar mucho tiempo, mucho esfuerzo, experimentar y equivocarme. Entonces, en esos momentos de fracaso vuelves a encontrarte en otra de esas ocasiones en las que la vida te pide que pares y reflexiones. Hacía años que no hacía el camino hacia atrás. Es como cuando pierdes las llaves, comienzas a pensar en lo que hiciste la última vez que las tuviste en las manos.  Entonces volvieron a salir a flote preguntas que no me había hecho desde hacía muchos años:

  • Dame la mano, llegaremos juntosCuando era pequeña, ¿qué quería ser de mayor?
  • ¿Cuáles son mis habilidades?
  • ¿Qué es eso en lo que los demás me reconocen?. Eso en lo que dicen que soy buena.
  • ¿Qué me gustaría hacer?
  • ¿Qué me hace sentir bien?

¡Qué tonta!

Lo había tenido delante de mí toda la vida. Además, Mr. YouTube, involuntariamente, me dio un toque de atención. En esos momentos, vi los resultados de una pequeña acción.  En menos de un año, sin hacer prácticamente nada, muchas personas se habían interesado en algo que había hecho con mis manos ¡y yo sin enterarme!

Comencé a buscar las respuestas a estas preguntas, a comentarlas en voz alta, a compartirlas con los míos. Recuerdo cuando le conté a mi madre lo que había sucedido con aquella tontería que había grabado,  y lo que pretendía hacer. Cuando le dije:

«Mamá, me he propuesto hacer algo que me hace sentirme bien: crear objetos, dar a conocer al resto del mundo que soy buena en eso, quiero demostrarme que puedo ganarme la vida haciendo algo que me gusta. Voy a intentar darme esa oportunidad a mí misma»

Me impresionó que una mujer de 85 años comprendiera todo lo que le decía, lo que pensaba hacer, mis planes y mis objetivos…. Y lo más importante fue su respuesta:

caminando con mi madre«Nena, pero si tu estudiaste para hacer estas cosas, lo has hecho desde siempre, no has parado jamás de hacerlo, ¿te costará mucho dinero?»

Me quedé patidifusa, ella sabe mejor que nadie cuáles son mis habilidades, y lo que puedo ser capaz de hacer. Tal vez haya heredado de ella esa capacidad de crear y hacer objetos, o mejor dicho, hacer cosas nuevas con lo que otros no serían capaces de hacer nada. A su edad no para de pintar, coser y atreverse con cualquier reto creativo que le propongan. Mi respuesta fue:

«Hace muchos años que he estado alejada del diseño, hay personas mucho más preparadas que yo, tendré que ponerme al día y estudiar. En cuanto al dinero, si las horas se traducen en dinero, me costará mucho. Es una inversión a largo plazo, y si las cosas no salen como están previstas, me estaré preparando para llegar a tu edad haciendo las mismas cosas que haces tú, al fin y al cabo soy como un «clon» tuyo, de mayor quisiera ser como tú» 

Entonces ella contestó:

«Pues adelante,  no sé a qué estás esperando»

Dicho y hecho. Bueno, no tan rápido. Como dice ella, yo nací «diezmesina». Me cuesta comenzar, pero cuando lo hago, las cosas ya están bastante maduras.

La decisión la tomé y la compartí de un modo vago hace unos 3 meses, los pocos que me siguen igual recuerdan el post: Yo soy yo… y mis manos. Tan pronto como las obligaciones de mi «autoempleo» me dejasen tranquila, me iba a dedicar a poner en marcha esta ilusión. Me impuse una agenda, y durante el verano disfruté de unas vacaciones muy especiales,

Sigo siendo lenta, este post debería haberlo escrito hace casi un mes.

En breve publicaré el próximo post  y prometo contar más de mi proyecto, de mis objetivos y de los planes que tengo previstos.

No sabes lo que me encantará tener tu opinión, contar con tus ideas, saber lo que harías en mi lugar.

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