¿Cómo escribiré el siguiente capítulo de mi vida?. Estoy sentada, frente a una página en blanco. Releo lo que ya hay escrito y pienso que puedo dejar que la historia se escriba sola, o puedo ser yo quien decida lo que va a suceder.
Los últimos veinte años de mi vida han sido estupendos. Me encantaba mi trabajo en una compañía aérea, me casé, tuve dos hijos. Mi vida estaba completa y era feliz.
Cuando comenzó la crisis, la empresa para la que trabajé durante casi dos décadas cerró, cerrando también un capítulo de mi vida. Mi situación laboral frenó en seco, y mis hijos convertidos en adolescentes, ya no me exigían tanto tiempo.
Durante los últimos tres años he estado en movimiento, sin parar de hacer cosas y preguntándome qué iba a hacer para “ganarme el pan” en el futuro. Me he metido en proyectos. He buscado oportunidades. Me he obsesionado aprendiendo cosas nuevas e innovadoras, explorando lo que, para mí, podrían ser las últimas tecnologías digitales.
Después de algún tiempo, he podido darme cuenta que había estado disfrutando del aprendizaje, pero no había sido suficiente. Es ahora cuando comienzo a comprender que, tal vez, debería haber esperado y haber dejado que el instinto hubiera sido mi brújula.
A principios del verano de 2013 hice una pausa. Decidí volver sobre mis pasos. En este tiempo de reflexión comencé a recordar aquello que quería “ser de mayor”.
Desde siempre, una de mis pasiones ha sido la de crear objetos nuevos. De hecho, estudié para convertirme en Diseñadora Industrial, pero profesionalmente me dediqué a algo totalmente diferente.
Toda mi vida he creado objetos con mis propias manos, dando nuevas oportunidades a las cosas que otros descartaban. Honestamente, he de reconocer que siempre se me ha dado bien, pero no le he dado ninguna importancia. Con frecuencia no somos conscientes de nuestro propio talento y de nuestras habilidades, porque son tan naturales como caminar.
Pienso que el talento y las habilidades pueden ser innatos, pero necesitan alimento y entrenamiento para que puedan brillar.
Reflexionando sobre todas estas cosas, admití que sería muy feliz si fuera capaz de utilizar mi creatividad como una forma de vida, que dejara de ser algo más que un simple pasatiempo.
¿Sería capaz de convertirme en profesional de mi pasión? ¿Cómo podría alimentar mi creatividad?
Perfecto, ya tenía un objetivo: intentar utilizar mi creatividad como una forma de vida, pero ahora necesitaba un plan. No sabía por dónde empezar. Nunca encontraba el momento para sentarme, dejar todo lo demás, y plantearme cómo hacerlo. Al final decidí poner una fecha en la agenda, el 15 de julio sería el día señalado para dejar de “pensar” y comenzar a “hacer”. Pero hacer ¿qué?
Ese día llegó, me desperté temprano. Con los primeros rayos de sol intenté poner claridad en mi plan. Una idea no paraba de martillearme en la mente: si nadie conocía mis objetos, nadie los utilizaría, entonces ¿para qué crearlos?
Necesitaba compartir mis proyectos y trabajar con otros, debía ampliar el círculo, ir más allá de familia y amigos. Necesitaba conectar con personas que compartían mis intereses. Ese día comencé con el blog de Reciclado Creativo, parecía ser un paso más hacia mi objetivo, un paso adelante en mi historia. Trabajar en publicar mis creaciones podría estar bien, pero cómo conseguir que hubiera gente interesada era enormemente complicado solamente con unos artículos y unas fotos. ¿Qué podría hacer para llamar la atención? Tal vez podría publicar “cómo hacer” los objetos, pero también sería complicado conseguir que los demás pusieran interés en mi trabajo. Retomé aquél canal de vídeo que vio la luz hacía tiempo, lo hice con mi hijo como un entretenimiento. Después de publicar algunos vídeos, resultó ser un lugar excelente para «colgar» lo que hacía. El medio y el modo parecían ser una vía apropiada para seguir adelante con mi proyecto. Había gente mostrando interés por mi trabajo. Eso siempre anima a hacer más cosas.
En canal de vídeo ha resultado ser un éxito de visitas, pero para mí ha sido algo más. A medida que aumentaban las visitas, aumentaba mi entusiasmo y las ganas de caminar hacia mi objetivo. Las visitas a este canal me dan información sobre lo que los demás encuentran más interesante, es como trabajar para un cliente. Hago lo que les gusta. Les encanta que recicle objetos de uso muy corriente, de los que tiramos a nuestra propia basura, con un resultado práctico y bonito, y que tenga una ejecución muy sencilla.
Podía decir que ya había comenzado a hacer cosas por mi cuenta, pero necesitaba más si quería dar el siguiente paso. Debía aprender de los expertos, y estar en contacto con otras personas con mis mismos intereses.
Hoy en día esta posibilidad la tenemos a golpe de click en la pantalla de nuestro ordenador. He asistido a cursos (Mooc) realmente interesantes en los que he podido aprender mucho, y también he conocido y compartido con compañeros de todo el mundo sus proyectos, y los míos.
Aprender es un camino apasionante que no acaba nunca. En septiembre comenzaba un curso de Creatividad, Innovación y Cambio online.. No había duda, ese era otro paso que debía dar. Imposible describir cuanto disfruté, y cuánto aprendí. Siguieron otros. El último curso que he seguido ha sido Design101 de Iversity.
Mi historia se está acelerando. Comencé esta aventura como una exploradora, y me estoy convirtiendo en una aventurera. Intento aplicar las lecciones y los ejercicios en mi trabajo personal, y en mi entrenamiento creativo.
Del mismo modo que en algunos momentos es necesario dar un paso atrás y mirar objetivamente el trabajo realizado, cuando se trata de creatividad, es imprescindible reflexionar. Recuerdo cuando en el curso de Creatividad, Innovación y Cambio nos hicieron reflexionar sobre cosas como ¿Qué podría ser lo peor y lo mejor que podría suceder si intentaba conseguir mis objetivos? ¿Qué sucedería si no cumplía con ellos? Estaba claro, perdía más no haciendo nada.
Aprendí mucho de las lecciones, pero todavía más con los ejercicios. Hubo dos que marcaron un antes y un después. Uno tuvo una fuerte reacción emocional. Se trataba de “desafiar” una norma establecida. El razonamiento era que el proceso creativo implica un riesgo, el modo en el que desafiamos el sistema. A veces hay que esperar un rechazo hacia nuestra creatividad, ya que contradecimos las creencias, y puede parecer que vamos contra el sentido lógico. Había que experimentar esa ansiedad creativa y la desaprobación de los demás. Esperaba que sucedieran cosas que no sucedieron y aprendí otras que no esperaba.
Otro de los ejercicios que causó un gran impacto, tal vez por estar tan cerca de mi propio objetivo, fue el del “Junkyard Wars”, se trataba de reciclar un objeto procedente de la basura, crear algo único, nuevo, atractivo y útil, para que otros lo pudieran disfrutar y comprar. Parecía diseñado a propósito para mí. Lo hice, creé un objeto nuevo, bonito y deseable, pero tal y como escribí en mi blog, no lo supe vender. Estaba frustrada. Apliqué el ejercicio de clase a mi entrenamiento creativo personal, grabé el vídeo con el paso a paso de la realización del nuevo objeto nacido de la basura. El “éxito” del ejercicio llegó por otra vía inesperada. Las visitas a ese vídeo superan las 300.000 en estos momentos. Espero haber inspirado a otras personas. Me ha reportado unos beneficios que nunca podría haberme dado la venta del objeto tangible que creé. Los ánimos y el empuje emocional que proporciona saber que alguien está interesado en mi trabajo es una motivación para continuar este camino.
Este ejercicio me mostró una conclusión que ya había tomado inconscientemente: no es mi intención vender objetos hechos a mano, realmente desearía ser capaz de vender inspiración e ideas.
El texto del nuevo capítulo de mi vida está tomando forma. La experiencia del primer curso empezaba a aclarar el objetivo.
El último curso al que he asistido, Design101 también me está animando a escribir el siguiente capítulo,
Han pasado algo más de seis meses, algunos cursos más, y mucho entrenamiento. El aprendizaje experiencial del último curso Design101 me ha aportado un valioso conjunto de herramientas, mi vida creativa se ha enriquecido y mi historia comienza a tener más sentido. No ha sido un proceso en solitario, a menudo es necesario compartir con los demás. Durante el curso he trabajado en mis proyectos, los he compartido con otros estudiantes. Personas de todo el mundo que me han dado ideas y consejos. Al mismo tiempo, ver su trabajo y aprender de ellos, sumado al feedback recibido, es valiosísimo. Además, algunos de mis proyectos del curso serán expuestos en Berlín, en un par de semanas estaré allí con mis #blaueblumen, todo un chute de energía para escribir en esa página que estaba en blanco.
¿Cómo será este nuevo capítulo de mi vida? Existen tantas posibilidades, que no puedo parar. He de asumir riesgos para llegar a algo que, aparentemente parece poco probable que suceda. La probabilidad de éxito no es grande, pero existe. Nunca se sabe…
Por ahora, contengo la respiración, mientras me enfrento a esta nueva página en blanco, en la que solamente veo oportunidades.