Nos venden las maravillas de salir de nuestra zona de confort, y encontrar esa «zona mágica». Los gurús, los expertos, los consultores, millones de vídeos en YouTube, y por supuesto, los bancos y las empresas que quieren que nos arriesguemos por ellos.
Pero ¿qué tontería es esa? Si puedes desarrollarte en una zona segura ¿qué sentido tiene arriesgar?. No soy la única en el mundo que lo piensa, el otro día lo decía mi amigo Sebastian, y me reconfortó muchísimo. Por fin, alguien se atrevía a decir públicamente lo que yo pensaba: que en nuestra zona de confort se puede disfrutar muchísimo, tenemos mucho por hacer, y se puede mejorar, sin necesidad de hacer aquello que no te resulta cómodo.
¿Qué es la zona de confort?
En el vídeo «Te atreves a soñar» que hay enlazado más abajo, Zona de confort es:
«La zona en la que te encuentras cuando estás en un entorno que dominas, en esa zona las cosas te resultan conocidas (sean agradables o no…). Nuestras habilidades, nuestros conocimientos, nuestras actitudes y nuestros comportamientos, también forman parte de nuestra zona de confort. Alrededor de la zona de confort, está la zona de aprendizaje, es aquella a la que sales para ampliar tu visión del mundo. Es la zona donde observar, experimentar, comparar, aprender.. hay personas a las que esto les apasiona, a otra les asusta. Más allá está la zona de pánico, o no experiencia. Dicen que esta zona es la zona mágica, la de los grandes retos…»
Me gusta este vídeo, y me atrevo a soñar, claro que sí. Pero mis sueños no pasan por correr riesgos, intento ir despacio y con paso seguro. Hasta incluso, disfruto de las cosas que no son agradables y suceden en mi zona de confort.
No tiene sentido sentirse inseguro, es mucho mejor hacer las cosas que sabes hacer. No soy partidaria de quedarse estancado, pero tampoco es necesario lanzarse al vacio ¿no?.
Disfruto en la zona de aprendizaje, y después siempre vuelvo a mi zona de confort.
¿Qué hay de malo en no querer hacer cosas para las que no estás preparado?. Yo no deseo tirarme en paracaídas para aterrizar en un lugar que no es el mío y que desconozco. Y si alguna vez tuviera ganas de hacerlo, primero me prepararía tan fondo en mi zona de confort, entrenaría y estudiaría tanto el lugar al que quiero llegar, que seguramente lo haría llegar a mi zona de confort, tranquilamente y sin necesidad de arriesgar la vida, y lanzarme desde las alturas.
Es como pedir un préstamo para comprarse un castillo o un coche (que tampoco se puede mantener). Mejor aprender a vivir con lo que se tiene, disfrutar con aquello que nos podemos permitir, y ser felices con las personas y las cosas que están en nuestra zona de confort. Ya se encargarán los bancos, las constructoras o los fabricantes de coches de convencernos de que nuestra vida será mágica si nos hipotecamos por ellos. Por desgracia, lo consiguen con muchos de nosotros.
Mi zona mágica es el lugar dónde no estoy estresada, dónde soy capaz de alcanzar mis objetivos poco a poco. Ir ampliando el territorio de las cosas conocidas, y volver siempre a mi lugar seguro y descansar.
Como dicen en el vídeo, yo me atrevo a soñar. No sé cómo será mi futuro, pero sí sé que no quiero sufrir por hacer cosas para las que no me he preparado o desconozco.
A los autores del vídeo les digo que «muchas gracias por el consejo», lo he intentado, y no me ha gustado.
Me quedo con aquello que conozco, con mi zona de confort, salgo de ella para entrar en la maravillosa zona de aprendizaje, pero dejo la zona de pánico, esa que llaman mágica, para los aventureros.
Yo les esperaré tranquilamente en casa, cuando vengan, ya me contarán cómo les ha ido en esa aventura…
Al final, casi todos ellos vuelven… Es el mejor lugar.